Un extraño Domingo

Éste pasado Domingo post navideño trajo sorpresas más ingratas que gratas. Agendado ya tenía subir a la ciudad del Alto, específicamente a la feria de la 16, para ello fue necesario abordar dos movilidades y luchar a codazos por un puesto en éstos. Una vez llegada a la autopista a uno lo encandila la majestuosa vista de la Hoyada; en una de las últimas o la última pasarela uno debe bajar de la movilidad, ascender unas precarias gradas que están colmados por mendigos que en estas fechas, como casi todo, tienden  a multiplicarse. Al final de éstas gradas a mano izquierda están «las Rieles», un lugar sui generis, donde uno puede encontrar de todo, alguna vez vi tapitas corona a la venta, sigo preguntándome la utilidad de ello.

La feria de la 16

En el ambiente de fondo los sonidos son variadísimos. Cumbias nacionales, peruanas, todo al son de la moda actual; voces nasales que anuncian curas contra la diabetes, el cáncer, en base a antídotos milenarios y naturales.

En el sector autos pude constatarme que el precio de los vehículos están elevados;  y otro dato curioso es que la industria china en automóviles se ha incrementado considerablemente.

Un poco más adentro me esperaban cuadras y cuadras de ropa americana a medio uso. Ropa que por cierto más de una vez fue prohibida su venta, bastará recordar que un par de años atrás hubo muchas movilizaciones y polémica en torno a éste tema. Luego, se llegó a una especie de amnistía que permitía comercializar su stock hasta que se agote… A una caserita le pregunté si le iban a llegar otra variedad de calzados y me dijo que la siguiente semana llegarían nuevas cosas; evidentemente la importación no ha disminuido ni en un 1%.  Volviendo a mi excursión, pude constatar que los precios se disparán tal como lo hacen en la Huyustus o la Graneros, el tumulto de la gente es similar y si alguien piensa que a la feria van sólo los necesitadísimos, se equivoca; hay gente de todos los gustos y no es de extrañarse encontrar un pantalón jean en 250 Bs o más.

Mi peregrinaje duró como cinco horas; aunque me mantuve entretenido, la última hora la pase con la lengua afuera. Para irme tome el mismo camino de llegada, una vez más y desde la pasarela la Hoyada paralizó mi alma, ésta ciudad tiene un toque mágico. La magia terminó; abajo, la espera de movilidad que me conduzca al centro era desesperante. Un momento dado pasó un minibus que exigía 3Bs para conducirnos a la Perez Velasco. Un insulto.

Claro, hasta ese entonces yo ignoraba lo que ocurría, bajé en un minibus por 2 Bs y me pareció avivada en oferta y demanda del chófer. Al llegar a la Avenida Montes vimos lo que llegaría a ser la postal del día, la Surtidora Volcán estaba colapsada de variedad de vehículos, policías trataban de poner orden. Al bajar en la Perez Velasco el ambiente no era el mismo a lo que uno acostumbra en un Domingo cualquiera, definitivamente algo estaba sucediendo. Apenas, y a precio de muchas rabietas, cogí un taxi hasta casa. En el camino el «maestrito» me comentó la noticia y no pude hacer otra cosa más que poner una tremenda cara de culo. El precio de la gasolina se había casi doblado y al parecer en los surtidores ya se comercializaba con el incremento.

Llegué  a casa y me sumergí en la red. El gobierno había decretado el alza de los precios de los combustibles en hasta 83%. La justificación sonaba bastante lógica; sin embargo, como bien sabemos, a nuestro valiente pueblo poco o nada le interesa eso.

¿Buena media, mala, pésima? ya nos tomaremos el tiempo de escribir sobre ello, por el momento queda una extraña sensación de confusión y cansancio.